sábado, 5 de agosto de 2023

Contratapa

 En mayo del 2022 escribí unas líneas sobre el segundo libro de Zoila Capristán, Palabras que reservo para las tinieblas, que encontré «contundente, con nervio y a la vez con ironía», deseándole a la autora «que siga la buena cosecha y encuentre nuevos versos para seguir destruyendo la imagen engañosa de un país tan desgarrado como el que todos sentimos dentro». Con este tercer poemario, Canta en mi nuca el Ruiseñor, Capristán, una de las mejores poetas peruanas contemporáneas, afianza y desarrolla los logros anteriores, ubicándose en la vorágine urbana con el mismo filo y desazón, pero explayándose en el erotismo y el gozo de la sensualidad con nuevos recursos (frases de Janis Joplin, alternancia de tipografía) sin dejar de mostrar la vena adolorida y crítica que la caracteriza. Como dice en el poema «Mantra»: una «furia [que] ha emergido de la hondonada del rencor / lenguaje que ruge en la piel herida». Salud a esta notable contribución a las letras hispanoamericanas.

José Antonio Mazzotti, mayo del 2023

 

Zoila Capristán pertenece a la legendaria tradición de poetas peruanas que enlazan la reflexión y la conmoción de la palabra bien escrita, con una musicalidad serena y con un despliegue de versos que van sumergiéndose en capas cada vez más profundas de nuestro ser. Por eso en Canta en mi nuca el ruiseñor, la arquitectura de la poesía se muestra en estado de gracia y que nos conduce a la contemplación.  La poderosa figura del ruiseñor cantando, gorjeando con ese sonido prodigioso e incansable que anuncia visiones y presagios, es un signo de las búsquedas polifónicas en este poemario que, de nuevo, marca la preciosa y constante evolución de la poesía de Capristán.

Por ello, leer esta ofrenda construida con la minuciosidad cadenciosa de quien, como la poeta, acepta que la poesía, la que aquí aparece en este imprescindible poemario, es sobre la condición humana, de esas zonas internas del alma que adquieren un sonido, un significado, único, claroscuro, y nos lleva a las formas más armoniosas del asombro.

                                                                                                       Rubén Quiroz Ávila. 

Canta en mi nuca el Ruiseñor es un notable poemario que, con un tono, por momentos apacible y, en otros, emocionado, y con un lenguaje refinado y elegante, donde fulguran imágenes bien logradas, Zoila Capristán nos regala un conjunto de poemas que son, al mismo tiempo, una suerte de crónica sobre una época de nuestra historia última en la cual el dolor, el miedo y el terror habitaban entre nosotros, a causa de la presencia cotidiana de la violencia y la muerte en la urbe capitalina. No obstante, en esos días oscuros, había también en nuestro interior un espacio para los destellos del amor y el deseo. Y son el amor y el deseo los que asumen un lugar de relieve en muchos poemas de este nuevo libro de Zoila Capristán. El Ruiseñor canta con total libertad los anhelos amorosos o rememora las horas de intensa felicidad y goce al lado del ser amado. Así mismo, de manera transversal, se percibe a un hablante lírico marcado por la nostalgia y por las heridas de la infancia propiciadas por el entorno más íntimo.

Amor y muerte, violencia y poesía se encuentran en estos versos, pero siempre se erige, victoriosa, la pasión. Finalmente, se impone la llama del amor y la poesía, la celebración de la belleza. “El hierro del hacha cede ante el fuego”

Fernando Carrasco

 

 


 


 

 

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Canta en mi nuca el Ruiseñor