sábado, 16 de diciembre de 2023

Canta en mi nuca el Ruiseñor


Por ir a él

 Su cuerpo es una ciudad derruida

subsisten esquirlas en sus muslos

solo una parte de su corazón naufragó

mitad es habitada por murciélagos

en la otra parte sobreviven pájaros de fantásticos cantos.

 

Por ir a él

tendía cables de acero en los rascacielos

hacía de equilibrista y desafiaba a los vientos

cruzaba con los ojos vendados los puentes colgantes.

 

El violín del abuelo ya extendió sus cuerdas para musicalizar el recorrido de nuestros cuerpos por todos mis cielos por todos tus infiernos, anda amor el lecho no es de hielo.

 

Debo ir.

 

Él es dueño del atardecer del jardín espinado

él controla las emboscadas de mis enemigos

contiene la ira de los perseguidores

él domina la ciudad

de su presencia huye la tormenta.

 

Debo ir, ahora que aún tengo un hilo de cordura, después cuando anochezca las cosas perderán sentido, como pluma atraída por la gravedad descenderé a dormir con los cadáveres del Talalán. Debo ir, ahora que planeo humedecer con sangre las calles, hoy que el viento hace girar el sentido de las bestias hacia mí.

 

 


 

Portal de los sueños

 

Escribo cartas

cuando desciendo del portal de los sueños

por la tarde cuando el sol

imprecisa los tonos amarillos del patio

o de noche cuando mi olfato

es de animal agreste buscando su presa.


Tengo sed del fumadero de opio

del vértigo que causa el contacto filudo

de sus plumas de cuervo 

al acercamiento siniestro

que oculta bajo nuestra almohada.


 Escucho la misma canción una y otra vez

danzo con pañuelos de seda

como aquella vez que abrazados

intentábamos seguir el ritmo

de una cumbia de Armonía 10.


Intento escribir un verso que te conmueva

ensayo vencer tu coraza

y encontrar al hombre

que hice el amor

con la piel estremeciéndose dentro de mí.

Solo yo sé/ que la quería y que la amaba/ más que a mi vida.

                         

Ansío aproximarlo a mi pecho

que sienta erectos mis pezones

deseo sus manos deslizándose

por el monte de Venus

un beso de él, ¡solo uno!

hechizaré con una pócima que beberá de mi beso.

 

Díganme qué hacer

Si después de haberse extinguido las estrellas

por las campanadas que da el tiempo

regresa la conciencia en mí

y descubra el calendario con muchas hojas arrancadas.

Nadie en mi interior se percató de la distancia

ni de la estación

ni de la oscilación del reloj

ni de su lecho con otra mujer

pareciera recién que hace un instante

él se vistió con su camisa blanca

y salió humedeciendo mi cuello

susurrando ­En la noche iremos al cine.


O díganme

cómo olvido el aliento que proveía

en mis largos desvaríos

cómo olvido su silencio

cuando veía mis ojos hundirse

en el pozo negro de mi madre.

 

 

Océano de pájaros

 Habitas a un océano de pájaros

a cinco horas en avión

a un parpadeo de mis ojos.

 

Él edificó Sao Paulo

lo sé, pues las manzanas guardan gusanos

las barras de acero enredan las nubes

los habitantes de las favelas

se desplazan a vivir en los altares de las iglesias.

 

─A las 6pm la gente abandona las fábricas el brillo de sus pupilas fue mutilado por tedioso silbido de las máquinas. Se inmovilizan en el borde de la línea amarilla a espera del tren.

 

Ignoras que tu iris refleja mis estrellas desaparecidas

tu respiración es daga hundida en cuerpo ajeno

a mi lado traes la calma del trueno que ya erosionó.

 

Quiero de tu mirada el gris cuando tienes

la presa entre los dientes.

Ir a ti es ingresar a una casa en llamas

caminar descalza por el único camino en brasas

ser herida por el fuego entrecruzado

olvidarse de lo preciado de la vida.

Huir de mí.

 

─Contempla a los pájaros arrancarse sus ojos en pleno vuelo, cómo se estrellan en los vitrales de las cúpulas de las iglesias y salpican sangre a los transeúntes.

 

 

Canta en mi nuca el Ruiseñor